TUMBA 106
Historia de la tumba
Esta tumba se sitúa al sureste de la tumba 43 y al oeste de la 142 y fue excavada en 1970. La excavación sólo nos pudo dar el fondo de una tumba de gran categoría, pero completamente robada y destruida desde muy antiguo.
Estaba construida en el fondo de un gran hoyo redondo y dentro del hoyo se edificó una estructura de adobe, de la que sólo quedan dos paredes muy arrasadas, pero suficientemente visibles, que formaban la delimitación exterior del enterramiento.
Dentro de ellas estaba la cista propiamente dicha, de la que no queda in situ más que una piedra caída y la laja del fondo de la tumba. Es curioso que la laja del fondo no ajustaba con la laja más que de una manera relativa y entre ambas hay un desnivel de 0,40 m. Se calcula que las dimensiones de la tumba fueron de 2 metros de ancho medidos por la parte exterior de los muros de adobe, por 2,40 metros de alto. Las dimensiones interiores de la cista se calcula que rondan entorno a 2 m. de ancho por 1,50 m. de alto.
En su primera reexcavación, esta tumba se encontraba ya expoliada, es decir, no conservaba ningún resto de incineración o tumba intacta en ninguna de sus partes. Con la segunda reexcavación se reinterpretó el espacio de la misma, ya que la construcción era diferente a lo que estipuló Presedo, el cual documentó los restos de adobe en los laterales de la tumba y la existencia de otras tumbas en el alrededor. Las tumbas de la periferia se encuentran en una cota superior, y en principio, no dieron más información más que una evolución considerable en el espacio de la necrópolis.
– Cista: Enterramiento que consiste en cuatro losas laterales y una quinta que hace de cubierta.
– Laja: Fragmento de piedra, parcialmente excuadrado.
– Jabaluna: Piedra caliza autóctona de color oscuro, como el del jabalí, cuando está mojada.
– Ajuar: Conjunto de artefactos que acompañan al difunto en su enterramiento.
– Necrópolis: Cementerio de gran extensión en el que abundan los monumentos fúnebres.