HISTORIA DEL CERRO SANTUARIO
A partir de la descripción que Presedo hace, analizó caso por caso cada tumba para extraer todo el potencial de información referente a las estructuras y lo procesó convenientemente para elaborar una base de datos sobre la que trabajar. La idea era sentar un precedente metodológico para que esta catalogación se haga extensible a otras necrópolis, de manera que el registro arqueológico pueda ser contrastado con el fin de obtener conclusiones lo más acertadas posible.
Ha sido preciso realizar algunas correcciones en la memoria, producto de la evolución que la Arqueología ha sufrido desde que las excavaciones desarrolladas en Cerro del Santuario tuvieron lugar hace ya más de cuarenta años, entre 1968 y 1971.
Lo más distintivo de la Dama de Baza es su postura sentada en un trono ricamente decorado con relieves que narran escenas mitológicas y rituales. Este trono no solo enfatiza su estatus, sino que también la conecta intrínsecamente con el ámbito religioso. La interpretación de la Dama como una figura divina o sacerdotisa es respaldada por la disposición ceremonial de la escultura y su ubicación en una necrópolis, sugiriendo vínculos con rituales funerarios y creencias sobre la vida después de la muerte.
CONTEXTO
La necrópolis de Cerro del Santuario se localiza en el sureste de la Península Ibérica, dentro de las altiplanicies granadinas en la Hoya de Baza. Se sitúa en una pequeña colina de forma ovalada que hoy día tiene una extensión aproximada de 0.6 ha. y que apenas supera los 6-9 m. sobre la llanura adyacente. La topografía actual está muy transformada debido al cultivo de los terrenos colindantes, las excavaciones arqueológicas y los desmontes para la construcción de un campo de tiro y un camino.
Estuvo en funcionamiento durante unos cien años, desde el 400 al 300 a.n.e. aproximadamente. Es una de las tres necrópolis asociadas al oppidum de Basti, en Cerro Cepero. Las otras dos son Cerro Largo, con una cronología entre los siglos V-II a.n.e., por lo que coexistió con Cerro del Santuario a lo largo de la duración de ésta; y Las Viñas, datada en los siglos III-II a.n.e., lo que significaría que empezó a funcionar a partir de la fecha en que Cerro del Santuario dejó de hacerlo.
Como consecuencia de esta coyuntura, se produce una transformación en el ritual respecto al Ibérico Antiguo. Durante la fase Plena, un mayor número de individuos accede al derecho de enterramiento, aunque no la totalidad . El espacio funerario se amplía, dando lugar a grandes necrópolis conformadas por centenares de tumbas. A su vez, se observa una gran variabilidad de estructuras y de ajuares funerarios, fruto de la complejización de la sociedad, surgiendo niveles intermedios. Sin embargo, la monumentalidad de la tumba se traslada al interior, del ámbito público al privado. Por último, se da un cambio en el programa iconográfico, del mundo heroico y caballeresco se pasa a las llamadas «damas» ibéricas.
METODOLOGÍA
RITUAL – Presedo utiliza indistintamente los términos «tumba» y «enterramiento», sin aclarar la definición de cada uno. El enterramiento son los restos del difunto; mientras que la tumba es el recinto arquitectónico que contiene uno o varios enterramientos más el conjunto de objetos asociado a él/ello.
TIPO – Presedo hace una clasificación de las tumbas, pero observando la amplísima variedad de estructuras, se aprecia que es insuficiente para reflejar toda la complejidad de posibilidades de la necrópolis. Por ello, confecciono una nueva clasificación que ofrece distintos tipos y subtipos de tumbas.
PROFUNDIDAD – La morfología del cerro en el momento de las excavaciones estaba alterada y no era la misma que en época ibérica. Algunas de las causas son las frecuentes remociones que realizaban los arados que penetraban profundamente en la tierra, o las recientes nivelaciones que se efectuaron para la plantación de almendros, para hacer un camino y para construir un campo de tiro.
DISTRIBUCIÓN DE LA NECRÓPOLIS – Si observamos la última imagen con la situación de las tumbas según su tipología, aparentemente no se aprecia ninguna distribución ordenada, aunque es cierto que se observa una tendencia de las cistas a ubicarse en el centro, en torno a la mitad superior, y de las cámaras en el cuarto superior derecho; además hay ciertos agrupamientos de tumbas que se amontonan densamente. Pero como falta un amplio sector de la necrópolis por excavar, cualquier conclusión resultaría precipitada.